Encuadre y composición van necesariamente unidos, y en función de estos, obtendremos distintas interpretaciones de un mismo tema. Por ello el artista ha de poner un especial énfasis, ya que dirá mucho de él y de su forma de ver las cosas.
El encuadre consiste básicamente en determinar los límites de la propia obra, pero una vez realizada esa tarea queda por decidir como queremos que aparezcan los elementos que hemos escogido, y eso es la composición. Así un mismo motivo nos podrá causar diferentes impresiones con tan solo realizar cambios en el punto de vista (elevado, centrado o a ras de suelo). Se trata en definitiva de tener el control total sobre lo que debe, y no debe, y como debe aparecer.
Sin duda, han de primar ante todo nuestras preferencias, sin dejarnos someter por modas, costumbres o reglas. Hay algunos trucos para facilitar la tarea de encuadrar:
Regla de los tercios:
Posiblemente la norma más extendida es la regla de los tercios como búsqueda de un encuadre perfecto. Como su nombre indica, consiste en dividir el formato de la obra en tercios, dibujando dos líneas verticales y dos horizontales imaginarias creando una cuadrícula.
Elegiremos las zonas de intersección de las líneas para situar el motivo. Así mismo haremos coincidir el horizonte con la línea del tercio superior o inferior (para evitar dividir el cuadro en dos parte iguales)
Los bordes:
Los límites del cuadro son los bordes de éste, y en función de esos bordes podremos percibir espacio -bordes libres- u opresión -bordes enmarcados-, al igual que podemos enmarcar un motivo para añadirle fuerza o protagonismo.
La perspectiva:
En la composición de una obra existe un elemento que no podemos obviar, la perspectiva, que será la encargada de dar a los objetos que estén representados profundidad. En definitiva, la perspectiva es lo que dará sensación tridimensional a los cuadros, ya que éstos son el resultado de la combinación de tonalidades distribuidas únicamente en dos dimensiones, así que la sensación de tres dimensiones -alto, ancho y profundidad- es una ilusión óptica. Cuanto más plano sea el cuadro -falta de profundidad- menos capacidad tendrá de transmitir sensación de realidad.
La disminución de tamaño de objetos iguales o similares potencia la sensación de perspectiva, igualmente las líneas convergentes son un elemento claro de la representación de perspectiva, marcando la sensación de primer término y fondo, al alejarse las superficies horizontales y verticales para converger en un punto -que puede estar dentro o fuera del cuadro-.
Las sombras: merecen una atención especial a la hora de añadir sensación de perspectiva a la obra. Son muy agradecidas las pinturas realizadas con tonos que representen a las primeras y últimas horas del día, momentos en los que las sobras se alargan, evitando así la sensación de obras "planas".
El punto de vista:
Es un elemento que podemos utilizar para modificar la sensación e interpretación de un mismo motivo -aunque forme parte de la perspectiva-. Básicamente podemos dividir los puntos de vista en: normal -obras realizadas a la altura de los ojos del artista-, elevado (picado) -pintura hecha a mayor altura que el motivo- y bajo (contrapicado) -obra a menor altura que el motivo, un claro ejemplo sería a ras de suelo-.
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